Ana Cristina Frías
  • Inicio
  • Bio
  • Escribo
  • Textos para otros
  • Podcast
    • Esto no tiene Titulo
  • Contacto

© 2023 anartefrias.com . Todos los derechos reservados

El eterno renacer de Vargas

Entrevistas, Música Feb 07, 2021

En medio de su apartamento en Buenos Aires, Vargas sostiene un avión de papel manchado con tinta negra, en su eje esconde alguna palabra escrita en el mismo color oscuro que se escurre por sus dedos. El fuego va comiendo de a poco una de las alas del avión, mientras Vargas mira pacientemente sin inmutarse. “Nos Quedamos” es el primer sencillo del disco en el que se encuentra trabajando.  La escena corresponde al video y es una de las más representativas y simbólicas porque resume su manera de ver la vida y su música: cuando todo se enciende, él mira de cerca el fuego como si se alimentara de esa energía para construir nuevas canciones. La quema, la muerte y los inicios son procesos con los que Vargas ha sabido jugar a lo largo de su carrera.

José Vargas es un cantautor venezolano, nacido en el Estado Falcón que lleva casi cinco años residenciado en la capital argentina. Ha publicado 4 álbumes de estudio y en 2020 se cumplieron 6 años desde el estreno del primero de ellos: Ciudad Mareada.  

Vargas abre la puerta a su mundo más íntimo, nos invita a mirar de cerca el espacio donde escribe las primeras frases de sus canciones – con los pies descalzos, tocando acordes con calma  – y en donde hace varios de los ritos mágicos que lo sostienen. 

El 12 de diciembre de 2020 estrenó El cielo se parte en dos: un concierto vía streaming desde Spectro Studios, una de las salas más emblemáticas de la capital argentina, donde hizo un recorrido por las canciones que construyen su carrera artística.  El repaso de ese andar musical lo llevó de vuelta al escenario en un show presencial, que realizó el 07 de febrero de 2021 desde la Sala Siranush en el barrio de Palermo en Buenos Aires. Después de meses de encierro, distancia y virutalidad, este fue un encuentro esperado y necesario para aterrizar y compartir canciones. 

En esta entrevista conversamos sobre “Nos Quedamos”, el rol como productor que ha venido desempeñando con más presencia en los últimos dos años y sobre Pandora, la casa artística que emprende con otras bandas y músicos de la escena venezolana en Buenos Aires.

 


En el álbum Canciones perdidas antes de volver a nacer estabas anunciando el final de un ciclo. Luego vino Portal un EP con dos tracks instrumentales que dibujan el tránsito hacia un cambio de energía. La muerte y la renovación son un leit motiv constante en tu música y en tu construcción como artista. ¿Qué cerraste en ese momento y en cuál dimensión estás ahora?

Canciones perdidas antes de volver a nacer al final si fueron cosas que venía arrastrando. Casi todos los temas son b-sides de etapas o de capítulos que yo estaba pidiendo – por decirlo así – más que todo en el aspecto musical, en letras también, pero más que todo en el aspecto musical y a nivel de producción. En ese álbum yo estaba arrastrando el último respiro de una etapa de mi vida. Ya no necesitaba matar a alguien o matarme yo para empezar algo, sino que estaba muriendo solo. Yo le estaba preparando todo el funeral, vamos a llamarlo así. En la portada de Canciones Perdidas se refleja bastante todo el simbolismo que maneja el álbum y el sigilo de eso. Esa etapa ni siquiera era del presente o de lo que estaba creando en Buenos Aires porque había otras canciones como “Nos Quedamos” (que salió después) y muchas otras canciones que voy a mostrar próximamente, que ya tenían más años y que por meritocracia debían estar en el próximo disco, pero no lo hice así.

Lo mejor que puedo decir es que Canciones perdidas antes de volver a nacer era el funeral de una etapa que murió sola, murió de vieja, vivió todo lo que tenía que vivir. Murió y se fue tranquila. Pasar a Portal es como si ese ente entrara a otra parte, está en otra dimensión, en otro plano, transformándose o bien sea limpiándose para volver a nacer, con otra perspectiva de la carrera porque ya se cumplen unos años. Murió este ciclo aquí, ahora nace otro, pero madurado.

 

Aunque “Nos Quedamos” haya sido compuesta en un ciclo que murió, igual es una canción que da inicio a algo nuevo. Aquí me gustaría que explicaras un poco – sobre todo a nivel lírico – la construcción de estas canciones. Siempre has escrito con una mirada profunda e introspectiva, pero últimamente parecen cartas para ti, para un Vargas del futuro. ¿Lo ves así?

Sí, precisamente la letra de “Nos Quedamos” sale de yo hacer un viaje al pasado, una retrospectiva de lo que yo he hecho con la música y lo que ha significado para mi editarme, trabajar, ponerle el cien. Son cartas, como tú dices, al Vargas del futuro viendo al del pasado, pero como siempre lo tengo presente en las canciones, cuando las escucho o las voy a tocar, son etapas que están en mí todo el tiempo. En “Nos Quedamos” yo hago alusión a sentirse bien en donde estás. Me preguntó Verónica Gómez (periodista venezolana) en una entrevista: “¿pero cómo decirle eso a alguien que la está pasando mal?” Bueno, cada quien lo toma como quiere, pero para mí es quedándote, haciendo no solo lo que te gusta, sino lo que realmente te está complementando en cierta manera.

¿Esa mirada se intensificó ahora que se cumplen 10 años de cuando empezaste a hacer música?

Sí. Yo empecé a ver atrás y empecé a contar cosas. Para mí es muy importante que se están cumpliendo 10 o 12 años desde que decidí irme para Caracas –  la primera vez – a darle con todo y me doy cuenta que pasó muy rápido el tiempo, que sí, que hay un montón de canciones y no sé, me contenté, me sentí súper bien de haber hecho las cosas como las hice, de haber vivido lo que viví.

¿Qué rescatas de esa época?

Yo me quedo en ese plano, me quedo haciendo las cosas como las hago, como me gusta hacerlas. Claro, con una visión más madurada que se nota en la forma de escribir, en la música que estoy haciendo y sobretodo en la interpretación que es lo más natural que tengo como instrumento. Por ejemplo: puedo escribir algo, una frase, porque no se me ocurrió otra cosa para cerrar, pero cuando lo voy a interpretar la intención que le doy es clave. Ahora para mí la voz significa uno de los recursos más importantes que tengo y que antes no le daba bola, ¿si me entiendes? Es más desnuda la onda.

Pero algo cambió…

Aprendí a tener una presencia con mi voz, a aceptarla y a poder estar solo. Va más o menos por ahí. Lo entendí realmente y me encanta. “Nos Quedamos” es una declaración, ya no hay marcha atrás. Si antes había dudado una que otra vez, de seguir haciendo las cosas como las venía haciendo – por un contexto social o hasta económico – ya ahorita me chupa un huevo, mal.

Estabas considerando tomarte una pausa de la música. ¿Qué hizo que decidieras seguir o volver? 

La confianza. Ahora tengo más confianza, más allá de mi poder creativo o interpretativo, confío en mi método de trabajo. Estoy ahora al cien por ciento seguro de eso, al nivel que es la primera vez que estoy haciendo un trabajo en conjunto al que le pongo todo el corazón del mundo que es el proyecto que tengo con IISA. Para mí es un proyecto paralelo. Lo que sí cambió fue la percepción que tengo del trabajo que puedo hacer, porque antes – precisamente cuando uno va a empezar una carrera – por ahí menosprecias muchas cosas que hiciste bien. Siempre creemos que necesitamos más manos de afuera, pero antes cuando no tenía el respaldo de otra parte del equipo, me sentía un poco inútil y hacía las cosas muy a los coñazos, más desprolijas de lo que ya las hago. Ahora me doy cuenta que de una u otra forma, ese estilo de hacer las cosas asienta las bases para yo seguir trabajando y confiar en mi método. Más que todo eso, porque creativamente para mí iba a ser imposible hacer las cosas diferentes. A menos que, no sé, me estuviese repitiendo musicalmente, que sé yo, que tendría que buscar otras influencias. Ya eso es una percepción de martillo: de cómo transformar la materia prima. Ya yo sé hacerlo de esta manera, ahora confío más en la gestión de mi trabajo.

En “Nos quedamos” apareces haciendo un rito mágico: dibujas y escribes con tinta negra un papel negro. Más allá de la metáfora visible de los aviones de papel, vinculado a la frase que dices (“las ideas son aviones de papel, ninguna vuela si no lo haces muy bien”). ¿Podrías explicar de qué va ese rito? ¿En qué cosiste?

Más allá del nivel de aceptación – que siempre hablo de eso – de lo que nos une, de la sombra y todo eso, se trata de saber utilizar el poder. Para mí la magia siempre está presente y sí, confío mucho en esas cosas, en el sigilo y en lo que podemos materializar o plasmar para después entregarle energía a eso y hacer que las cosas pasen. Es una retroalimentación. Precisamente esa frase reitera lo que ya venía haciendo: entiendo que hacer los aviones de papel bien, para que funcionen, no quiere decir que tiene que ser perfecto. No es que yo me voy a buscar un plano del avión de papel perfecto para que vuele, no, pero puedo tener mi estilo para hacerlo. Se trata de jugar con esa madurez. Ya puedo llegar a un nivel en el que digo: acepto las cosas que pasan, acepto esto de mí, acepto esto de la sociedad, de la humanidad, del hombre, de la mujer, de lo que sea, pero ¿qué haces con eso? ¿Qué hago yo entendiendo las cosas sin aprovechar al máximo la energía y el poder que tienen? es como aprovechar nuestra capacidad cognitiva, por ejemplo. Me adentro cada vez más a lo profundo en ese sentido, para moldear esa fuerza, esa energía, darle una forma y usarlo al cien por cien. Sacarle todo el provecho ya me hace estar en paz. Aunque uno tenga sus quiebres y sea así súper intenso con algunas cosas, esos quiebres ocurren porque te lo permites, porque la búsqueda de poder cansa y, coño, hay que permitirse tirarse abajo. 

Y justamente ese pacto con la sombra del que hablas, se hace mucho más visible cuando tocas en vivo: ocurre el desdoblamiento. Hace tres años estabas trabajando en una producción con el productor argentino Gustavo Aloras y eso lo enlazo un poco con lo que cuentas sobre el momento en el que estás creativamente: dejaste de depender de otras personas. Todo lo que has hecho en los últimos dos años ha sido producido por ti. ¿Cómo ha ido evolucionando tu creatividad como productor? 

Se ha tratado de aprender de muchas cosas de la gente. Aprender para aplicarlo. A veces el conocimiento lo dejas ahí solo para comunicarte con los demás, qué se yo. Con Aloras y con otra gente con la que estuve cerca este tiempo, se dejaron marcadas cosas que se hicieron en pre-producción para algunos temas, más como arreglista y compositor. Ninguno de los temas que trabajé con Aloras salió en Canciones perdidas antes de volver a nacer, pero van a salir en este disco. Ahora, a nivel de producción, he estado aprendiendo mucho de mis amigos que producen, preguntándoles cosas. A mí me pasa mucho que cuando produzco mis cosas, todo el mundo me dice: “marico, suena como la mierda, por qué no le haces esto, por qué no le haces lo otro”. Y yo bueno, no sé. Cuando digo que estoy trabajando en algo, mis amigos que me conocen, siempre me dicen: “pásamelo y yo te le hago un cariño o yo te arreglo esto”. Mi respuesta ahora es que no, porque sino, no voy a aprender. Estoy como en esa posición ahorita.  Hay cosas que están saliendo muy bien a nivel de producción, o por lo menos en lo que era mi rango, hasta donde yo llegaba porque no me estoy dejando ayudar tanto técnicamente, que si decibeles, que si bombos, que si cajas, que si guitarras.

¿Qué más te gustaría hacer? 

Ahora me gusta – y me gustaría más – compartir con gente que escribe, con compositores, con arreglistas para aprender cosas nuevas. Por ejemplo, conozco este poeta que escribe de esta forma, bueno, unos tragos contigo, vamos a hacer una canción juntos para ver cómo yo resuelvo y cómo resuelves tú. Estoy más en la onda de querer explorar y como ya estoy entregado a la idea de crecer en la producción, estoy viendo y aprendiendo más en esa dirección. Quiero empezar a juntarme con gente que escriba letras, que haga música. Estoy un poco más abierto a que me den y yo dar para que salga algo genial que tal vez no puedo hacer solo. Estoy buscando un poco más de eso.

¿Cómo fue producir a tu hermana IISA? En su música hay un elemento muy vinculado al folklore y a la música tradicional venezolana, por ejemplo, que es contundente, pero a la vez muy dulce y muy caribeño. ¿Podrías contarme un poco sobre esa búsqueda? 

En la parte sentimental, de conexión espiritual y todo eso, yo con IISA soy bastante receloso con lo que tengo que decir. No digo mucho y no me gusta porque es un tema muy sensible para mí. Por ahí a IISA se le hace más fácil porque bueno, IISA es un sol. Ella es el sol y yo soy la luna, una vaina así. Yo prefiero transmitirlo en otras cosas que no implique ni que se me vea la cara, ni tener que decir algo.

Estábamos grabando hace poco lo que va a ser un material audiovisual para streaming. Estamos juntos y ahí si se va a notar un poco más de cómo son mis sentimientos en ese sentido, pero más allá de eso, cierro un poco esa parte de la pregunta porque me tranco. La música sí tiene un poder bastante folklórico. Es algo que personalmente me gusta también para mí, pero se pensó y se hizo para ella. Con la letra Willy McKey se lució de una manera absurda, increíble y de una vez se buscó lo que queríamos. Para mí es un poco difícil encontrar las palabras perfectas para poder hablar de IISA, o el trabajo con ella, que no sea de manera técnica, porque es muy regado todo a nivel sentimental, es un montón, de verdad. Es como demasiado.

En la parte técnica buscamos que se sienta la parte del folklore, porque como productor quería sacar mucho esa influencia que tengo. En “Marginal”, por ejemplo, lo plasmé un poco. Hay otra canción que estoy preparando con un artista venezolano y es netamente folklore, es un temón que me encanta y también la exploro por ahí. Pero mi onda, para mi proyecto, es música alternativa. Entonces, ya que estamos aquí con IISA y a ella también le gusta eso porque siente ese tipo de influencias, pues había que hacerlo, además, somos casi que la misma mierda y Willy tiene ese flow también. La verdad es que IISA tiene todo.

¿Lo que viene tendrá ese mismo estilo? 

Sí, las canciones van a salir a raíz de ese sonido, tendrán el mismo tumbao. Van a venir unos buenos boleros con su voz, una buena guaracha con la voz de IISA. Esas cosas van a salir. Por eso digo que para mí es un proyecto paralelo, aparte de que hago algo que siempre he querido hacer, pero que no le va tanto para mi música porque ya sería mucho arroz con mango. Es mejor concentrar toda esa fuerza musical para esta propuesta de IISA. Fuera de todo lo energético y lo lindo, se está trabajando para que tenga una pisada sólida es la música alternativa venezolana.

 

Mambembe fue tu primer intento por unificar un proyecto con los artistas venezolanos que están en Buenos Aires donde pudieran apoyarse y acompañarse. Ya en Caracas habías asomado esa inquietud dentro de la escena, pero las circunstancias no daban o no había esa apertura . ¿Qué es “Pandora”? ¿Y qué representa en esa búsqueda de unidad creativa que llevas desde hace años?

Sí, sí, siempre he querido hacer esa vuelta: una especie de organización aprendida cien por ciento – y lo defiendo –  de mi trabajo con Psycho, Apache y Gona. Pero “Pandora” es una casa con una filosofía, no es una productora, no es un colectivo cultural, no es un sello disquero, no es una label de nada. Es una casa de artistas que alberga a artistas que estén dispuestos a seguir una filosofía de trabajo para la proyección de lo que hagan. Ahorita quienes estamos, trabajamos bajo esa filosofía que va mucho hacia lo que te comentaba antes: la confianza en mi método y en la forma de gestionar mis proyectos. “Pandora” va con eso. Ahora tenemos estas tres propuestas musicales (JAUUAR, IISA, VARGAS), pero hay otras propuestas que están en la puerta que estamos viendo cómo se manejan.

¿Cuando te refieres a que es una casa de artistas quiere decir que también les interesan proyectos que no sean musicales?

Exacto. Se puede pensar en poetas, en gente que haga audiovisual, artistas plásticos, otras cosas. Lo único es que tiene que tener una filosofía de trabajo específica: de cómo seguir ciertos pasos para hacer visibles esos proyectos y – más allá de eso – crear esta camaradería de colaborarnos entre nosotros, pero de una manera muy profesional. Vale más para mi el recurso humano de esta persona o esta gente que se involucre con “Pandora” que lo que quiera visibilizar. Si la persona tiene un valor, lo que haga o cómo lo produzca, lo vamos a mostrar más allá del producto final. Se trata más de quién es el artista detrás de ese mensaje que quiere comunicar, y para comunicarlo, para mi – que soy el que prácticamente está llevando esta idea – hay unas ciertas maneras de hacerlo y hacia dónde ir. Es muy colaborativo todo. Me da fastidio tener que involucrar personas que no tienen un compromiso real, no tanto con el arte, sino con su propio arte o su propia superación artística. Es más que todo eso. 

 

Share This Post
Facebook Twitter Linkedin Google+
  • Entrevista
  • Música
  • Vargas
Newer Older

Leave A Comment