Ana Cristina Frías
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Gus estrena Pez en la Tierra: el paisaje sonoro de su andar por el mundo.

Entrevistas, Música Ago 25, 2020

En el sutil repertorio de referencias y pasajes que se van tejiendo en la mente de Gustavo Medina, también se asoman husos horarios, texturas y urbes distintas. Cada creador – sin duda – emprende un viaje cuando construye un discurso, en este álbum Gus se aseguró de que quien lo escuche, transite las mismas ritas por donde anduvo él. Empezando por el largo trayecto que separa el sur con el norte de Venezuela: desde su Guayana natal en el estado Bolívar, hasta Caracas. Luego, llevarlx a que se erice con la brisa fría bogotana, hasta saborear la sal del Caribe.

Cada canción va tejiendo y midiendo la esencia – casi imposible de interpretar – de ciudades complejas, paradójicas y  mágicas como Caracas. Pez en la Tierra es el relato hecho canción del periplo por Latinoamérica de Gus, que lo terminó llevando hasta Samaná: un paraíso de la República Dominica donde hizo vida durante un tiempo,  hasta que se mudó a Santo Domingo, junto a  Luciana Quintana, su esposa y cómplice: una pintora venezolana que convierte en arte todo lo que toca. Deslumbrados con el azul del Caribe, fueron surfeando los malestares y la incomodidad de los primeros meses del ejercicio inagotable de ser migrantes.

Sería injusto reducir la estética de Gustavo a la belleza de un paisaje caribeño o a la trampa de la nostalgia. En realidad, es mucho más simple y – a la vez – hermoso:  Gus se desdobla en los lugares, aparentemente, más comunes – como la sala de su última casa en Caracas –  y logra reconstruir de manera casi perfecta la sensación de esos sitios.

En esta entrevista, Gus explica el hilo que sostiene la construcción de esos espacios y sensaciones en Pez en La Tierra. A lo largo de la creación de este disco, fue descubriendo y poniendo en prática su criterio y pulso como productor, compositor y cantante.


– Pez en la tierra es, en efecto, un mosaico de tu imaginario personal.  ¿Cómo lo describirías? 

Gus: Siempre me pasa lo mismo, me inspiro en los lugares donde he estado: un cuarto, una sala,  un momento y lo que se vivió dentro de ese sitio. Es como una fotografía que se me me queda, mucho más que otras cosas. Es bonito porque se refleja mucho en mi música y está bien. En este momento se me viene mucho a la mente el lugar donde vivía en Caracas – que tú fuiste – y ese tipo de imágenes me ayudan muchísimo a la realización de mi música. Después, bueno, muchos lugares donde se realizó el disco, no fue solamente en Caracas, fueron muchas partes. Eso hace que sea tan variado, que haya tantas opciones como para que la gente escuche.

– Tú eres un hombre de pocas palabras, como muy preciso. Pero cuando se trata de componer y de cantar se despliega un universo que pareciera que no dices en otro formato que no sea el de una canción. ¿Cuál es la diferencia entre el Gustavo que canta y escribe sus canciones al que no? 

Gus: El Gustavo que no está componiendo es muy tímido, digamos, no tiene como ese súper poder de la música, de la canción. Pero cuando la tengo básicamente, lo tengo todo. Me siento en mis aguas. Es lo que amo hacer. La diferencia es esa: que el que no tiene la música, es como si no tuviera nada. Quizás con la música se me fijan muchas cosas en la cabeza, que si no estuviera, no aparecieran jamás. Tengo la suerte de que siempre ha sido así, desde pequeño, que lo pude desarrollar y que gracias a ella puedo narrar cosas que en condiciones normales no haría.

– ¿Cómo empezaste a hacer música?

Gus: Digamos que mi primer acercamiento fue a través de la religión. Tengo una familia muy católica y mis primeros amigos siempre tocaban en las misas. Mis primeros pasos fueron ahí, toqué mis primeros acordes en misas. Después, con ese pequeñísimo conocimiento, fui a Caracas y ahí fue como que: ¡boom! Se me abrió la mente, fue como un despertar. Yo ni siquiera sabía cómo se llamaban los acordes de la guitarra, sabes, estaba como muy básico. Y allá, con la ayuda de mis mentores, fue el comienzo de todo, y obviamente la movida (en Caracas) era algo que nunca había vivido. Fue ahí cuando en realidad empecé a verme como músico.

– El disco es un viaje por carretera, se siente la tierra, la brisa, la noche. Especialmente la noche, Caracas tenía esa cuestión mágica donde la noche era bonita, pero donde también sentías sus peligros y creo que eso está muy presente en el disco. Quisiera ahondar un poco en ese proceso, sin que el mago revele sus trucos, por supuesto, pero ¿cómo fue contar esos paisajes que has visto – desde Guayana hasta Santo Domingo?

Gus: Yo creo que todo empieza con la música que escucho, porque sin yo quererlo, siempre tienen que ver con compositores que te hacen sentir todo lo que ellos sintieron mientras estabas componiendo, que te hacen ver o estar en ese lugar. Me pasó mucho con el segundo disco de Bon Iver. Es un compositor que se llama Justin Vernon que tiene ese proyecto y tienen dos discos. Sobretodo en el segundo, él cuenta que tuvo problemas con una enfermedad y se fue a un rancho o una villa en Wisconsin, que es un lugar muy oscuro. Yo escuchando el disco, es increíble cómo me lleva a ahí: cómo siento el frío, cómo siento el bosque. Entonces creo que eso siempre lo busqué y lo admiré y traté de – consciente e inconscientemente – expresarlo en mi música.

He tenido la oportunidad – y es una bendición para mi – que este disco se haya realizado en distintos paisajes, con distintos conceptos, con mucha gente distinta y eso lo hace muy rico. Es una de las cosas que más me gustan, como dices, puedes ver la playa, la noche, puedes sentir los grillos, puede sentir muchas cosas: viajar en un carro con las ventanas abiertas en la noche. Eso es algo que me tripeo burda.

– Vaquero es casi una crónica, por ejemplo, y Fraude es una descarga o un malandreo. ¿Puedes hablarme del proceso de composición de las letras de las canciones, la intención y la búsqueda narrativa? 

Gus: Vaquero es literal una crónica y es exacta cronológicamente. Es perfecta cómo se cuenta, pasó exactamente como lo dice la canción. La historia es que yo estaba de gira con Laura (Guevara) en Mérida y en el poco tiempo que teníamos para caminar y disfrutar, yo quería salir por la ciudad. Estábamos cerca de la plaza Bolívar de Mérida y el único que estaba disponible para activar y salir un rato era Tosta, entonces la canción comienza así. Andaba caminando con él y vacilamos. Él quería ir por unos Vaquero: que son unos cigarros que no se sabe si son venezolanos o colombianos. Eran muy buenos. A él le gustaban burda porque venían con sabores, que si coco, durazno. Nos vacilamos ese viaje porque yo nunca había estado caminando por ahí. Todo lo que escuchas, pasó: desde que fuimos a buscar un poco e billetes, porque al Tosta se le había olvidado la tarjeta de débito en Caracas. Increíblemente – no sé cómo – pero él tenía una tía que vivía muy cerca de la plaza. Fuimos a buscar ese poco e billtetes, en esa época, que era muy difícil conseguir efectivo y con eso fue que coronó.

Me gusta mucho narrar las cosas que me pasan. Y Fraude también, pero es más que todo una descarga. No solamente a una persona, lo que me gusta es que la gente se la puede dedicar a cosas que odia o a una situación que no le gusta. Lo puede tomar como quiera, porque es básicamente eso: una descarga.

IG: @gustocaycanta

– En octubre se cumple un año de la primera vez que hablamos a propósito de Lengua de Miel y estabas empezando el proceso de creación de un disco que – como lo dices – se ha ido tropezando con diferentes ciudades. Ya con el disco hecho: ¿cómo ves tu música ahora? ¿Algo ha cambiado? ¿Y sobre Dominicana, qué has descubierto? no solo como escena sino respecto a tu música

Gus: La gran diferencia de antes a ahora, es que me siento como más liberado, ¿sabes? Me siento como con una carga menos, porque era algo que me debía a mi mismo y pensaba todos los días en eso, en que tenía que lanzar el disco. Antes de que comenzara todo esto de la pandemia, me gustaba el trato de acá en Dominicana. Con los venezolanos son muy panas, hay afinidad. No sé qué es lo que hay. Ayer me estuvieron preguntando sobre lo mismo en una entrevista y no sé si es lo caribeño, el calor, tú sabes. Hay algo ahí, como de respeto mutuo. Siempre he tenido la intención de adentrarme más en la música de aquí. No literalmente con música de acá, sino con mi música meterme en la movida dominicana. Y es algo que he pensado desde hace rato – incluso antes de llegar a acá – que la gente provoque o piense en bailar, es algo que definitivamente es un gancho musical muy importante y muy poderoso. Tanto para las letras, como para los arreglos: que una canción te haga sentirte bien y en movimiento. Es algo que quisiera explicar. Y estoy en este país donde todo el mundo está todo el tiempo movido, no se cansan. Es algo que quisiera tomar y poder agregarlo a mi música.

– Es curioso porque en Londres me pasó lo mismo. Yo fui con un par de bandas indies de acá del sur, con la intención de mostrársela a mi primo Baldo e intensear juntos. Y no pasó (risas). Baldo estaba en una movida distinta, justo esa, la de mover el cuerpo y hacer música “pa´gozá“, como dice él.

Gus: Yo creo que, con este disco, sin buscarlo, porque ya por mis influencias me gustaba mucho. Y me gustaba todo lo que tiene que ver con lo latino, lo afro y siento que con este disco lo plasmé. Está in your face, literal y me gustaría en un futuro desarrollarlo mucho más.

– Ahora, yendo un poco a la parte técnica. ¿Quiénes te acompañan en la construcción de Pez En La Tierra? En Vaquero pareciera que hay un solo de Tosta, ¿no?

Gus: No, no, no es Tosta. Pareciera, pero en esencia, sí, porque está muy hard rock. Todas las guitarras – menos una – las grabé yo. El cuento técnico es muy, muy loco pero muy gratificante porque conté con gente que admiro mucho: que se tripeaba ayudarme porque se tripeaba la música y eso tiene un valor enorme.

Yo creo que ese disco no se hubiera hecho, y yo no me hubiese animado a hacerlo si no fuese por Juanma Trujillo. Un guitarrista que yo admiro y es de mis guitarristas y compositores favoritos. Él está en Nueva York ahorita, es un gran compositor de la escena avant gard. Se ofreció porque en esa época él estaba muy fiebrúo con la mezcla, estaba empezando a tener equipos y entre conversaciones, me dijo: “bueno, si quieres te mezclo algunos temas“. A mi me encantó porque su criterio y  su gusto me encantan, creo que no iba a haber ningún problema, ¿sabes?  Yo le iba a confiar mi música y lo que él me me mandara de vuelta, sabía que me iba a gustar. Él fue el pilar y terminó mezclando ocho temas del disco. En medio de eso, yo empecé a buscar a otras personas para avanzar en el trabajo. En mi periplo por Bogotá encontré a Francisco Hernández, quien terminó mezclando el tema que le da nombre al disco (Pez en la Tierra). Otra cosa que es muy importante es que en lo técnico hay varios tracks que fueron grabados en estudios: con muchos micrófonos, distintos y completamente en vivo. Pero también tengo tracks que fueron grabados en vivo en Bogotá en un toque acústico de batería, guitarra y bajo. Y hay otros que hice en mi computadora con mis equipos. Todo eso hace que sea muy variado.

Hay cuatro o cinco personas distintas mezclando y ahí encuentras muchos criterios, muchas formas de verlo y eso es algo que me gusta muchísimo.

– ¿Cómo diferencias entre el Gustavo que produce, del que toca los instrumentos y compone? Si es que hay alguna diferencia…

Gus: Yo creo que lo he desarrollado muy naturalmente por todo lo que he vivido dentro de la música. Yo empecé siendo solo músico y ahí estás muy pendiente de tu ejecución, de cómo tiene que ser tu dinámica respecto al arreglo o cómo tocar con otros músicos. Eso lo aprendí en mis primeros años en Caracas. Luego escuchando música, siendo curioso: quién produjo esto, quién mezclo esto, quién hizo esto, por qué tal cosa suena así, por qué este productor hace estos arreglos.

Luego viene un mundo de cosas que solamente la experiencia te da: escuchar mucha música y buscar la historia de todo para entender por qué las cosas suenan así. Pero, obviamente tienes que jugar muchos papeles y a mí eso me lo dio la experiencia de trabajar con muchas personas en varios discos. Con eso he podido diferenciar al Gustavo músico, al Gustavo productor… es porque yo quise ser el guía y el productor de mi música. En esta época en la que no le debo nada a nadie: no tengo un contrato con nadie, ¿sabes?

Obviamente sé que hay productores que pueden ser mucho mejores que yo o tener más objetivos que yo o sacarle más brillo a mi música, pero por ahora estoy tomando esto como un aprendizaje y me lo estoy tripeando mucho. Así como está fluyendo.  Y no descarto que eso pueda pasar en el futuro, me encantaría trabajar con gente que admiro.

– Mencionaste a Bon Iver como referencia de lo que escuchas y como parte de tu búsqueda estética por recrear paisajes. Y también leíste un poco sobre cómo fue el proceso de creación de i,i. Lo cual me lleva a preguntarte qué más has estado escuchando y qué te gusta leer.

Gus: Como influencia en este disco hay dos artistas que para mí fueron muy importantes: en primer lugar, RadioHead. Esa es mi banda de cabecera y eso va a ser así hasta el día que me muera. Hay una relación de amor desde hace mucho tiempo (risas). Y me encanta su estética: todo lo oscuro y lo bonito que puede llegar a ser. En segundo lugar hay un disco que se llama Pajarera Vertical de Augusto Bracho y Moisés de Martí que para mí, ese disco es una joya. Algo que va a quedar en el tiempo por los siglos de los siglos y fue una influencia muy importante a nivel de producción, a nivel de lírica y  de arreglos. Le debo mucho.

Actualmente estoy escuchando muchas cosas que tienen que ver con África, no sé por qué. Me ha dado por ahí y me gusta mucho. Hay una artista que estoy escuchando con Luciana, que se llama: Fatumata Diawara. No hay tantos tambores, las guitarras son tan bonitas que me envuelven. Otra banda que también fue como un despertar, que también me lo enseñó Luciana, fue Tribalista. Me llegó y me pateó la mente, mucho. Cada canción es una joya. Es su único disco, los sacaron creo que en el 2002 y hace dos años se reunieron e hicieron un concierto multitudinario en São Paulo. Fue increíble ver a un grupo como ellos, que hace música así: con un nivel de producción tan casera y tan íntima, que tienen unas canciones tan hermosas, verlos en un estadio como de 80mil personas, corear y estar ahí… fue un aprendizaje muy increíble.

Amo el reggae, me encanta y gracias – otra vez a Luciana – me atrapó. Justo ahora, estamos escuchando cosas de Damian Marley, cosas viejas de él. También con la influencia de Dr. Norrys que fue otro de los productores del disco – en temas como Paraíso y No Merezco Tanto amor – que tiene como una onda reggae, de alguna forma. Me enseñó cosas que me enriquecieron y las aproveché muchísimo.

Cosas acá en Dominicana, siempre trato de estar actualizado con la movida acá y escuchar todo lo que lanzan. Pororó es un grupo que me gusta mucho y me llama la atención el flow que tienen: parecen como una seda ellos. Están desarrollándose acá y apenas están comenzando, pero es una muy, muy buena banda. Aparte de Riccie Oriach y de Rita Indiana, que fue la que me dio la bienvenida a República Dominicana hace cinco años. Yo nunca había venido, antes de vivir acá, y fue una locura ese disco. Me encanta lo que está haciendo ahorita, está como luchando contra el dembow haciendo dembow, cosa que me parece muy gracioso y me gusta mucho.

 

 

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