Ana Cristina Frías
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Héctor Tosta: “Hace falta gente a la que le tengas cariño para hacer un disco.”

Entrevistas Jul 17, 2020

El camino musical de Héctor Tosta ha sido variado. Algunos podrían llamarlo impredecible, pero en realidad responde a una premisa simple: él está siempre en donde puede crear y hacer música que disfruta. Bajo ese lema, larga y diversa ha sido la ruta por agrupaciones y países que lo terminaron llevando de vuelta a las filas de La Vida Boheme: una banda con la que no solo comparte lazos creativos, sino de hermandad y admiración.

Después de tropezar en algunos lugares comunes de la escena musical porteña – trazada en parte por la familiaridad de la diáspora venezolana – Héctor y yo nos encontramos en una llamada que tendió un puente desde Buenos Aires hasta México, ciudad donde se encuentra actualmente, para hablar sobre Último Round: el primer single de la nueva etapa musical de La Vida Boheme.

El tema se estrenó en junio de este año, y guarda un poco el espíritu incendiario de la época de las primeras veces: los primeros conciertos, la primera gira, las primeras descargas de pintura, el primero disco, la primera conexión inexplicable con un álbum que hizo de espejo para toda una generación.

En esta charla, Héctor explica su mirada sobre la banda, la complejidad de hacer música en conjunto y el inesperado aporte de la literatura de Julio Cortázar en la construcción de un disco divertido: no solo en lo conceptual, sino en el proceso de ejecución, que los terminó llevando a grabar en un estudio en Queens, en la ciudad de Nueva York.

LVB es una de las bandas venezolanas con mayor proyección de la escena musical latinoamericana. A finales de junio sacudieron nuestros timelines y playlists con Último Round: una canción cuyo videoclip fue hecho por los directores venezolanos Rodrigo Michelangeli, José Ostos y Johan Verhook. En él, sus creadores hurgaron dentro del lenguaje cotidiano de zoom, para elevarlo y responder a una estética mucho más artística.


– Si hay un músico que ha sido clave para muchas bandas de la escena musical venezolana y que ha visto desde adentro el movimiento de cada una, has sido tú, Héctor. ¿Qué ha implicado volver a LVB? ¿Podrías poner en palabras cómo era en la época de Será y cómo se vive ahora? 

H.T:  Si, más o menos. Conocí a los muchachos cuando estaban girando el disco de Nuestra y realmente los conocí porque Daniel no podía tocar y me llamaron. Ahí fue cuando nos conocimos y vinimos casualmente a México a girar el disco. Después, ellos estaban grabando Será y me dijeron: “queremos que estés con nosotros en vivo”. Pasó toda la gira en Venezuela y los muchachos luego decidieron venirse a vivir a México. En ese momento, yo preferí Buenos Aires, no sé por qué, pero fue una decisión buenísima, gracias a Dios que la tomé. No hay nada que extrañe yo más que Buenos Aires y bueno, nos volvimos a encontrar ahorita.

Fue muy raro porque la verdad es que, en los toques que tuvieron en Buenos Aires, nos reuníamos, nos sentábamos a comer y ellos me decían como: “Vente a México”, pero como que no había ningún plan concreto. Y yo pensaba: bueno, si me voy a México lo más seguro es que sí, que vuelva a tocar con los muchachos, pero lo que pasó fue que Dani se tuvo que ir. Entonces, ya eso era otro escenario y estaba también el Monkey que yo lo conozco desde hace muchísimo tiempo y tocaba con él también. Fue como súper raro, la verdad, cómo todas las cosas dieron vueltas y terminaron dándose en esto: en el sentido de que de cierta manera nos mantuvimos los amigos ¿no? La banda es otra, pero es el mismo grupo de amigos. Eso estuvo muy loco. Fue una fortuna para todos.

Si estoy haciendo algo creativo con alguien que no me cae bien, es porque me está pagando. Realmente para mi, se resume así. No sé, me han dicho que muchos genios son unos imbéciles pero los genios que he conocido yo, realmente no lo son. Me parece curioso que hables de las dos cosas porque me parece que sí, están relacionadas. También he tocado en cosas que me quiero meter un tiro en la cabeza, pero no es el caso ahora. Creo que gracias a eso realmente nos soportamos, porque componer un disco puede llegar a ser muy peligroso, especialmente en lo del ego, porque son tus ideas, entonces tu estás convencido de que tus ideas son las mejores, y en verdad empiezas a entender de buena manera que no lo son. Pero, para que realmente lo entiendas, hace falta gente que te quiera ¿me entiendes? Hace falta gente en la que confíes y que te quiera para que recibas esa bomba y esa dinamita que es que tus ideas no siempre van a ser las mejores. Hace falta gente a la que le tengas cariño para hacer un disco juntos porque puede ser una fiesta de: “yosoyelmejor – yosoyelmejor – yosoyelmejor”. Inevitablemente ¿no? Por más humilde que uno sea, ese es un sentimiento natural. Tienes una idea que estás convencido de que está buenísima y de repente no a todo el mundo le gusta y es como: bueno, hay que dejarla ir.

– Este video es como un collage apocalíptico con fuego, billetes al aire, naturaleza desatada e imagenes de elementos icónicos para una humanidad en decadencia. Es un guiño también a la literatura de Cortázar por lo híbrido: Último Round es un libro tipo collage que reúne crónicas, textos sobre boxeo y fútbol, por ejemplo, y en este video además de la música y elementos visuales potentes, le sumaron una coreografía a algunas partes. ¿Cómo fue realmente el proceso de creación?

 H.T: Ah, si. Mira, eres la primera persona que me habla del libro. Todo el mundo y que: “bueno, entonces Último Round significa que la banda se termina, que la banda va a sacar un último disco, que es como un comienzo nuevo”. ¡Y no, cero! Es por el libro Último Round de Cortázar.  Pero, más que el video, es el disco realmente. Pasa lo siguiente: LVB tiene una trayectoria que es conceptual. Cuando empezamos a componer para este disco, no estábamos pensando sobre un concepto o en una profundidad sobre las cosas, sino que nos estábamos divirtiendo en el sentido de hacer canciones, más allá de hacer un disco que esté correlacionado entre sí.

Obviamente todas las canciones están relacionadas entre ellas, pero lo que queríamos era hacer canciones de por sí divertidas. En ese momento pasa que Henry tiene Último Round de Cortázar y yo se lo pedí prestado, entonces me dijo que él lo estaba leyendo, pero también estaba leyendo otra cosa. Nosotros tenemos una sala de ensayo, yo vi el que él dejó el libro por ahí, lo agarré, lo metí en un huequito y lo escondí, dejé que se olvidara de eso. Pobrecito, porque él lo buscaba, pero yo esperé a que se olvidara del libro y me lo leí también. Después empezamos a hablar sobre eso, y nos dimos cuenta de la dinámica en la que está construida el libro: que es ese formato como de un periódico de poemas y fotos y se siente divertido.

Yo no soy tan fanático de Julio Cortázar, me encantan sus cuentos y me parece que es un genio pero a veces me parece que no es tan divertido, y este libro en particular me parece que sí lo es, y siento que el disco es divertido en ese mismo sentido ¿me entiendes?

– Coincido contigo. Hay momentos en los que Cortázar – sobretodo cuando se pone a dirigir cómo se deben leer sus libros y cómo se debe entender ciertas cosas – se hace un poquito fastidioso…

H.T: ¡Si! Se le pasa la mano con la sal, pero ese libro es genial, todo lo de él es genial.

– Si hay una banda que ha servido como espejo de una generación es La Vida Boheme. Todo cuanto hacen resuena en el imaginario de esa generación que se aglutinó – de alguna forma – a partir de su llegada y que ahora está regada por el mundo. Han pasado ya 10 años de Nuestra. ¿El efecto que tiene su música para la generación de la diáspora sigue siendo algo que los influya creativamente?

H.T: No, no. Para mí no lo es, y estoy seguro que para los muchachos tampoco. Ellos siempre han hecho todo lo que sienten y lo sé desde el principio, los conozco. Todo sale de lo que realmente sienten, no están como pensando en… Bueno, si te soy sincero, al principio – cuando empezamos a hacer el disco – si había un poquito de hambre por querer retomar las cosas, porque LVB tenía un tiempo que no publicaba nada. Claro que sí existía ese hambre de los muchachos por sacar la cuestión adelante, pero te lo juro que fue una cuestión de una semana. Una vez que nos sentamos a hacer música, cayó ese sentimiento que estaba completamente desaparecido de: esto le va a gustar a la gente.

– En una entrevista fuiste súper enfático sobre la necesidad de las bandas venezolanas de encontrar una identidad propia, que el sonido que tengan – en el género que sea – esté arraigado en algo más identitario. De las vueltas que has dado por bandas y países, de las micro escenas que has visto en estos años fuera de Venezuela y del trabajo que has hecho con otros ¿Crees que hemos avanzado un poco en esto? 

H.T: Bueno, hay bandas venezolanas que me parecen increíbles, como me puede parecer otra banda en el mundo. Y siento que sí, que tenemos a personas que están o son como: medallas de oro. Tenemos a personas increíbles, como José Ignacio Benitez – él puede ser un ejemplo perfecto – Domingo en Llamas. Pienso que Heberto Añez (Presidente), Gustavo Guerrero, también, Juan Manuel Trujillo. Si lo pienso bien, puedo realmente encontrar cosas que aportan y siguen aportando culturalmente a las generaciones. De otras generaciones – por lo menos de la mía – no me he conseguido con nada, pero estoy seguro que lo tiene que haber. Todavía no me he conseguido con algo que personalmente me guste pero estoy seguro que lo hay.

– Con el tiempo y un poco desde las distancias – las personales, las colectivas y las que tienen que ver con Venezuela – ¿qué ha cambiado en la forma y el mensaje que quiere comunicar LVB? Pensando en la independencia creativa que reafirman y ese sentido de éxito que Henry ha manifestado tener muy claro: el de la música como un camino a largo plazo y no como algo que esté sujeto a likes o las expectativas de los fanáticos. ¿En qué medida ha cambiado ese mensaje que quiere transmitir LVB y cuál es la búsqueda ahora?

H.T: Mira, creo que te voy a responder algo con la verdad. Henry es Henry, ¿me entiendes? Henry definitivamente es de esas personas que sientes que son como unos voceros y eso nunca va a dejar de latir en él. Hace falta conocerlo muy bien para uno darse cuenta de eso. Para mi, sinceramente, es irrelevante.

“Comunicar algo con la música”, siento que todo el mundo me habla de eso: de la comunicación, de comunicar algo, del sentimiento de comunicar algo. La verdad es que yo no lo siento. A mi lo que me gusta es mucho más sencillo que eso y siento que en general ese es el sentimiento común. Creo que muchas personas lo hacen más cursi de lo que es. Pero, por otro lado, estoy seguro que Henry es un vocero.

Yo te hablo desde mi perspectiva: yo solamente quiero hacer algo que me sorprenda y quiero encontrar en las canciones algo que sorprenda, o realmente dar en el clavo con un buen coro o con un verso. Es como más por ahí, es más tranqui ¿me entiendes?

– ¿Cómo crearon el lenguaje virtual de Último Round en el video, para que trascendiera la cotidianidad que tiene zoom ahora y llevarlo a un nivel más artístico?

 H.T: Lo que pasa es que contamos con unos amigos increíbles. Uno de mis mejores amigos se llama José Ostos, estudié con él y ya había trabajado con la banda. José es una persona con un increíble gusto, ¡pero increíble! Se encargó de la edición. También trabajamos con Johan Verhook y Rodrigo Michelangeli que son dos personas increíbles también, y fue como confiar en ellos. Yo creo que el video es realmente obra de ellos, más que de nosotros. Eso es lo que también me parece lindo de los videoclips: una oportunidad para los directores, porque sí. Hay gente que le gusta mucho estar involucrada en eso, pero para mi fue una obra maestra de montaje. Cuando lo vi, me pareció súper cool. Hacer el video daba desconfianza, porque bueno, estos locos están aquí en zoom diciéndome qué hacer y no entiendo nada y estoy en un cuarto oscuro ¿sabes?

– Uf, qué quilombo…

 H.T: Si, exacto. Qué quilombo… uf, qué palabrón. Cómo me muero por ir a Buenos Aires, la extraño demasiado. Pero bueno, volveré. Esperemos que pase la pandemia a ver si se reactivan los conciertos.

– Cada vez que tiene chance, Eduardo Cabra habla LVB. Para él es una de las bandas con más identidad de Latinoamérica. De hecho, una de las cosas que más lo enganchó con ustedes fue precisamente el concepto tan claro de la trilogía. Eduardo ha sido – no solo productor – sino una especie de guía para bandas y artistas que han cambiado la industria de la música. ¿Qué es Eduardo Cabra para LVB?

H.T: Estoy seguro de que significa algo muy bonito. Yo no lo conozco, si te soy sincero. He escuchado mucho hablar de él. Ese fue un momento – cuando los muchachos lo conocieron – que yo estaba en Argentina. Sé que significa algo muy bonito, pero también sé de personas que para la banda son más significativas. Hablando más allá de lo que puedas hacer creativamente, o no. Una persona como Rudy Pagliuca siento que para la banda puede ser más significativo que Eduardo Cabra, pero por un tema de tiempos ¿no? Rudy produjo los dos primeros discos, siempre ha sido una persona muy cercana a la banda, tocaba con nosotros en la gira de Será. Creo que Eduardo Cabra es otro diamante pero yo no diría que la banda está como muy inclinada para ese lado. Creo que este disco es diferente a La Lucha significativamente, a eso me refiero.

Si te soy sincero, creo que es porque – yo conociendo los discos que ha producido él – los muchachos lo sacaron mucho de su zona de confort y él seguramente aprecia mucho eso. Lo bueno de LVB es que se vale todo, es un proyecto en el que se vale todo, literalmente. A mi no me sorprende que llegue uno de los muchachos y me diga que quiere hacer un disco de polka. ¿Me entiendes? Se vale todo.

– ¿Dónde grabaron Último Round y cuál es el plan de ahora en adelante?

H.T: La canción realmente nació porque yo estaba muriéndome por tener una canción que se sintiera como si fuese una fiesta de vampiros. Estaba convencido de que era una buena idea y estaba seguro de que cada uno iba a hacer algo increíble por su parte. Yo sabía de una que era un sencillo. Cada uno tiene una opinión distinta, pero yo sabía que era un sencillo. La grabamos en Nueva York, en un estudio que queda por Queens, en el mejor estudio al que yo he ido en mi vida. En las mejores condiciones en las que yo he grabado en mi vida, no cabe duda. Grabamos en vivo todo el disco. Bueno, las voces las hicimos aparte, pero por eso creo que tiene demasiado espíritu el disco. El hecho de grabar en vivo le agrega eso: emoción, porque estás realmente concentrado. No es que tenga algo en contra de las otras maneras de grabación. Me encanta el tracking y soy de esas personas que dice: tienes que ser Michel Joardan en la vida, que tienes que hacerlo todo, pero grabar en vivo es una experiencia demasiado bonita.

– Y hacerlo en una ciudad como NY, debe ser poderoso. Más allá de lo que representa una ciudad como esa en el imaginario colectivo, pero digo: la experiencia y el espíturo de un estudio en Queens debió aportar a eso…

H.T: No, no, yo me estaba muriendo de la alegría. Desde el día uno me desperataba triste porque sabía que no iba a ser para siempre. Fueron once días de Disneylandia.

 

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