IISA trae el mar y pisa tierra con “Tengo”
Entrevistas, Música Feb 08, 2021

El punteo de la guitarra con el que comienza “Tengo” de IISA, dibuja un camino de miguitas de pan que trazan el recorrido a pies descalzos con el que ella transita la nostalgia. Es un viaje: el trayecto de entenderse caribeña en el sur del continente. Con este sencillo que estrenó en octubre de 2020, IISA dio comienzo a su carrera artística de manera más comprometida y formal con el público y con ella misma.
Nacida en Venezuela, en el estado Falcón, IISA creció en una familia rodeada de música. Su hermano, el cantautor venezolano Vargas, empezó a hacer su camino dentro de la escena musical venezolana en el año 2010. Fuera de lo doméstico, IISA no había tomado un rol tan protagónico en la música hasta el estreno de “Tengo”, escrita por Willy McKey y producida por Vargas y Manuel González Croce desde la ciudad de Buenos Aires.
Cuando IISA canta, pone las penas en orden. En el quiebre ronco de su voz se va acumulando un llanto vinculado al ejercicio de salir de casa y hacer vida en otro lado. Hay algo que duele, un vació que nos ocupa y que ella hizo canción. La nostalgia opera como un filtro que distorsiona la realidad y enaltece los recuerdos, por eso IISA canta con la calma y la dulzura de una mujer que atravesó el dolor, tocó el fondo de sus propios miedos y lo tranformó en belleza.
En esta entrevista, conversamos sobre su búsqueda artística, su proceso de sanación a través de la música y la escena artística emergente en Buenos Aires.
¿Cuándo tomaste la decisión de volver a cantar y cómo ha sido el proceso de llevarlo de una forma tan protagónica en ese momento?
A mi la música nunca me había hecho falta. Yo siempre canté desde que tengo uso de razón con mi papá, con mi hermano Vargas en los coros de sus conciertos, pero no me había planteado nunca ser la protagonista por eso mismo, porque no me había hecho falta. Lo que en realidad pasó es que cuando yo tuve esta enfermedad hace tres años, perdí la voz. Literalmente me quedé muda en esos tiempos y no podía cantar. Ahí fue que me di cuenta, como el dicho, que en realidad uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Podía hablar, pero hablaba susurrado y no podía entonar y ahí sí me sentí triste. No era ni siquiera la situación que estaba pasando, ni el dolor físico que podía tener en el momento, sino que no podía cantar. Yo le prometí al universo que, si me devolvía la voz, no me iba a callar más nunca. Un 10 de julio – no se me olvida más – volvió. Recuerdo que todos los días lo intentaba y ese día me salió y dije: ¡ay, volvió mi voz! Listo, no me callo más. Ha sido un viaje maravilloso. Hoy, por ejemplo, estoy muy contenta porque tú sabes que empecé con 300 oyentes mensuales, en los primeros dos días que lanzamos la canción en Spotify y después, subió a tres mil, después cinco mil y hoy amanecí con seis mil. Estoy emocionada, feliz, porque sé que hay gente que tiene un millón de oyentes, pero para mi seis mil es ¡wow! No puede ser. O bueno sí, sí puede ser (risas). Qué ilusión mi nueva realidad.
Vargas, tu hermano, se mudó a Buenos Aires en el año 2016. ¿Cómo fue el proceso desde ese punto que describes a empezar a cantar con él?
Cuando Vargas se mudó a Buenos Aires yo le dije directamente: estoy aquí, voy a cantar hasta que me canse y el se puso contento, por supuesto. De hecho, recuerdo perfectamente el día que volvimos a cantar juntos: yo me puse una peluca rosada (risas) y nos fuimos a ensayar. Ahí empecé a sentirme más cerca de lo artístico, de la tarima, pero un día en una presentación aquí en Buenos Aires fue a vernos Willy McKey y cuando nos bajamos de la tarima, saludó a Vargas – tú sabes que ellos se conocen – y le dijo: yo le voy a escribir una canción a tu hermana. Ahí fue cuando yo conocí a Willy.
Y ahí fue que nació “Tengo”: que no es solo una canción de añoranza por el Caribe, sino también un manifiesto de vida muy tuyo, ¿no?
Se podría decir que la decisión de no callarme más nunca ya la había tomado, pero de lanzarme como esto que estoy haciendo ahora, fue Willy el que sembró esa semillita. Nos presentaron y de inmediato sentimos que algo bueno iba a salir de ahí. Los tres – Vargas, Willy y yo – tuvimos esa sensación de “sí, puede funcionar”. Willy me escribió la canción, me mandó una nota de voz y me dijo: “Mira, Isa, esto es lo que he pensado, esto es lo que escribí”. Cuando la escuché, de inmediato me sentí muy identificada, de verdad pareciera que la hubiese escrito para IISA, Isa con dos i.
“Tengo” es una canción con una mirada muy íntima y muy femenina en la que me reconozco: canto sola y bajito cuando me invade la nostalgia. ¿Ese ínput femenino fue tuyo o es completamente visión de Willy?
Willy tiene la capacidad de poner en letras sentimientos, esas cosas que uno transmite y no necesariamente sabes nombrar. De hecho, eso fue lo que me dijo en mi momento, que fijó lo que vio en tarima y decidió que le iba a escribir una canción a esa chica. Nadie se lo pidió, fue genuino, como de esas cosas que tienen que pasar, ¿sabes? A partir de ahí los tres tenemos como una hermandad. Nos reunimos unas dos o tres veces para terminar de concretar “Tengo” y también escribimos otra canción que esta por ahí pendiente de salir.
¿Qué implicó cantar en tu proceso de sanación de la enfermedad?
Cada vez que yo canto “Tengo”, cada vez que hablo de ella, no tengo otra forma más que ser transparente y cantar desde el corazón, literalmente. Siento que cada vez que lo hago, sano por dentro muchas heridas que a través de la vida han pasado y que cada tanto vuelven, pero como vuelven tengo el pañito para poderlas sanar y eso ocurre solo a través de la música. Aquí nada es fingido, Ana. Yo no premedité nada, no es que dije: “ah, voy a actuar de esta forma, me voy a vestir así, mi voz va a salir así, el plan uno es este”. No. Obviamente me lo tomo muy en serio, porque como le dije a un amigo en estos días, esta es mi nueva forma de vida, esto es lo que soy ahora. Me tomo en serio a la gente que se toma tres minutos para escucharme y es un proyecto que tiene toda la seriedad, más no es algo premeditado en un sentido empresarial.
¿Cuándo te descubriste Caribe? ¿Fue una revelación o ya lo tenías consciente?
Yo era de las personas que cuando estaba estudiando, por ejemplo, salía a las cuatro de la tarde y me iba a la playa en Coro. Me bañaba por 10 o 15 minutos, nada más para meterme en el mar y luego me iba a mi casa. Así de cerca lo tenía y fue tal cual como me pasó con la voz: que no sabía lo importante que era para mí hasta que lo tuve lejos. En el momento uno no sabe lo que está viviendo, no eres consciente de que lo que te pasa es que sientes nostalgia por lo lejos que estas (de tu país, de tu casa), a mi me pasó y me imagino que a muchas personas también. En el interín del día, en el trajín de lo que hay que hacer, uno no concientiza lo que le está pasando cuando se va del país y llegas a una ciudad nueva. A veces se traduce en otras cosas, como que se te cae del cabello, por ejemplo, se vuelve algo físico. Yo vi consecuencias graves de esa nostalgia y no es sino hasta que me di cuenta – porque la vida me obligó a darme cuenta, – que se estaba convirtiendo en otra cosa. Obviamente no fue algo consciente, pero decidí colocarle nombre. La música fue la que me salvó. No te puedo decir que fue un antes y un después, pero es obvio que ya después de que han pasado muchas cosas, en la corta vida que llevo, me ha enseñado a parar e identificar lo que me está pasando. No quiero que la vida me vuelva a enseñar de forma tan brusca ese tipo de cosas, aunque sé que me puede volver a pasar. Esa es una de las cosas por las que no me quiero callar nunca, Ana, porque necesito expresar todo, todo, todo, para que no me quede nada por dentro. Yo sé que a mi me falta vida.
¿Cómo está tu salud ahora? ¿Cómo te sientes? Esta pregunta es muy íntima, pero es algo que comencé a tomarme un poco más en serio en lo últimos años. ¿Cómo está tu relación con tu cuerpo?
Bueno, mi salud está bien. Obviamente ahora le presto mucha más atención. Realmente hace poco, empecé a mirarme al espejo de vuelta y a querer realmente lo que tenía porque me di cuenta que estaba rechazando todo, estaba volviendo a la banalidad del: “ay, no me gusta como me veo aquí, no me gusta este rollito”. Mira, Ana, uno queda con un poquito de miedo. Eso no lo puedo evitar y no te voy a decir mentiras, la verdad es que sí tengo miedo, pero voy a mi recurso siempre que es decirme: “recuerda amarte, recuerda agradecerte, recuerda querer cada momento de tu presente, cada figura de tu presente”. Es chimbo tener que volver a ese recurso y recordar que no me podía mover, no me podía bañar sola. Hoy en día puedo hacerlo, puedo mover las manos y lo que hago es ver, literalmente, cómo mi mano se mueve. Esa es la relación que tengo hoy en día con mi salud. Está bien, siempre y cuando yo la recuerde y la viva en presente, que no se me olvide. Y cada vez que se me olvida, voy a mi recurso. Eso es muy importante. Ese es mi consejo, Ana, que vuelvan a su presente y agradezcan porque de seguro en el momento en el que están, así tenga mil problemas – físicos, mentales, económicos – algo tienen que agradecer.
¿Seguirás como parte de la banda de Vargas aunque ahora estés iniciando tu carrera como solista?
Seguro. Una que otra vez haré alguna colaboración. Yo después de la enfermedad, quedé con una sola cuerda vocal, entonces Vargas cuida mucho eso. Me dijo: “bueno, Isa, vamos a cantar, pero no vamos a cantar demasiado. Vamos a cuidar esa garganta”. Vamos como vaya fluyendo. Tal vez no voy a estar tan activa como antes en sus conciertos, pero de seguro voy a aparecer y voy a estar ahí todo el tiempo cada vez que haya alguna presentación. Ahora este también es mi mundo, es mi nueva realidad y quiero estar cerca siempre de todo lo que pase.
¿Cómo es tener a Vargas de productor?
Es totalmente nuevo para mi. No sabía qué me iba a encontrar, de hecho, él me preguntó muchas veces si en verdad yo quería llevar adelante este proyecto porque él es un músico de muchos años y es alguien que se toma muy en serio su carrera. Me dijo: “yo no voy a perder mi tiempo, si tú no te vas a tomar esto en serio”. Así. Esa fue la parte de hermano regañón que tuvo, una vez que dije que sí, nos metimos en el estudio para producir esta canción. Trabajamos junto a Manuel González que es el coproductor y te puedo decir que aportó muchísimo en el proceso. Parte de ese punteo que se escucha al inicio de la canción, es de él.
Fue un proceso lindo, pero a la vez raro porque Vargas es muy exigente en su trabajo. La verdad es que yo no lo sabía porque cuando me tocó subirme a tarima con él, yo quería que me dirigiera y él lo que me decía era: haz lo que quieras. Pero claro, era lo que él decía para su música, en la mía, no esperaba alguien tan exigente como él. Al mismo tiempo, hay mucho sentimiento en esa canción, de hecho, a veces se me cortaba un poco la voz, como que no tenía la garganta lista para cantarla en el estudio y ahí sentí la parte de la hermandad: yo creo que otro productor no me va a cuidar como él me cuidó los sentimientos durante la producción de este tema, porque es primera vez que desnudo así mi alma.
¿Cómo fue el proceso de producción del tema? Se nota el aporte y el interés por el folklore, que es algo muy presente en tu familia: en el punteo de la guitarra que remite a la cadencia de la gaita de tambora, por ejemplo.
Fue complejo. Yo no sabía qué era eso, no sabía cómo expresarme en términos de producción. Yo les decía el sonido que quería, pero no sabía decirles cómo. Explícate mejor, me decían. Fue un trabajo aprender cómo comunicarme y Vargas, más allá de regañarme cuando tenía que regañarme, fue muy cuidadoso con esas cosas. Me cuida mucho, sobretodo los sentimientos. Él tiene las dos cosas: la rigidez que hay que tener para hacerme caer de las cosas si estoy distraída y la naturalidad que tiene porque crecimos juntos. Es algo que no se puede negar, somos hermanos y nos cuidamos el corazón entre nosotros. Siempre ha sido así.
Este lanzamiento lo hiciste junto a Pandora. ¿Podrías explicarme un poco de qué se trata?
Pandora termina siendo un espacio donde varios artistas nos reunimos para apoyarnos entre nosotros. La idea es que sea diferente, en este caso yo soy la única chica que canta folk. JAUUAR y Vargas tienen un estilo distinto. Pandora es un lugar donde nos podemos dar diferentes ideas, apoyar entre nosotros, sin importar géneros musicales – cosa que ya no pasa tanto en este mundo y agradezco –. Se trata de poder conectar como músicos y poder expresarnos. Es un movimiento que está empezando, liderado por Vargas, que promete mucho porque no hay nada más lindo que poder encontrar en un mismo lugar una que otra presentación, poder conversar y que tengamos diferentes formas de expresarnos y podamos entendernos sin juzgarnos. Eso termina siendo Pandora: un espacio abierto para comunicarse y entendernos entre nosotros. Promete mucho para mí porque Vargas sabe lo que está haciendo, él es una persona que toma muy en serio su trabajo. Todos tenemos nuestra forma de ser, todos tenemos nuestra personalidad, pero él esta siendo el mentor en esto y no creo que salga mal algo que vaya liderado por ese lado.